sábado, 11 de febrero de 2012

Siempre pedí que los olivos dieran manzanas.

Tenía una sonrisa capaz de iluminar una calle atestada de mierda y poseía una vitalidad asombrosa, además de un tipo particular de voluptuosidad: un Rodin viviente. Me recordaba a una heroína libertina. Era mi tipo.
Creo en su genio, es un extraordinario escritor pero no pienso que sea una persona honorable. No hace necesariamente lo correcto. ¿Pero dónde está escrito que eso es lo que hay que hacer para crear algo que tenga importancia para el mundo?
Pero tenía tantas musas como cuerdas, decían algunas, otras, bailaban en la palma de su mano hasta tiempo más tarde echarse a perder. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario